lunes, 15 de junio de 2009

Crónica de una muerte probable




Antonio Manuel

Johanna decidió morir de vieja en Italia. Era pensionista. Marchó unos días a las playas de Brasil con su pareja. Llegó tarde al aeropuerto para tomar el vuelo 447 de regreso. El retraso le salvó la vida. El avión cayó al agua disfrazado de ataúd comunitario. Volvió a Munich para compartir el afortunado suceso con su familia. Y luego acordaron regresar en coche al Tirol italiano. A mitad de camino, un camión decidió llevarles la contraria. Estaba escrito, dirán unos. Otros que no. Apenas un doble renglón en la carretera que prohibía invadir el carril contrario. Él está ingresado en estado crítico. Ella ha muerto. Sintiéndose joven. Lejos de Italia.

La probabilidad de morir en caso de accidente es infinitamente más elevada viajando en avión que en coche. Sin embargo, la probabilidad de sufrir un accidente es infinitamente más elevada viajando en coche que en avión. En consecuencia, el cielo es más seguro para vivir y morir. Mientras que el asfalto admite mayor incertidumbre en el resultado, aunque con la certeza absoluta de causar más muertes y heridos. Max Frisch, en su novela Homo Faber, desafía las leyes de la probabilidad en dos ocasiones: salvando al protagonista de un accidente de avión en México; y condenándolo a enamorarse de una hija que no conocía durante un crucero en Grecia. Así demuestra que es un error infantil elevar a dogma lo probable. Tan equivocado como no echarle cuentas.

La versión actual del andalucismo político ha muerto. Viajaba en coche. A ras de suelo. Invadiendo el carril contrario. Conduciendo suicida. Con los ojos cerrados. Las últimas elecciones europeas han levantado su acta de defunción a la vez que expedía la partida de nacimiento de UPyD. Una opción política que viaja en avión. Con la cabeza en las nubes pero con los pies en el suelo. Yo no comparto la base de su ideología. Especialmente lo relativo a su nacionalismo españolista enmascarado de igualdad ciudadana. Muchos de sus votantes alegan orgullosos estar en contra del Estado de las autonomías. A pesar de ello, ya en su momento elogié a Savater por su compromiso intelectual e independiente con su noción democrática de España. Y ahora debo reconocer el éxito de su formación salvando la invisibilidad mediática impuesta por un régimen electoral injusto.

Siempre he luchado por la biodiversidad política en Andalucía. El pluralismo ideológico con representación parlamentaria es el mejor síntoma de sanidad democrática. Por eso es urgente e inexcusable que exista una opción netamente andaluza, con fuerza centrífuga, que aglutine el pensamiento universalista, humanista, ecologista y radical demócrata por el que se dejó la vida Blas Infante. Empezando por asumir que han muerto todas las que existían. Que la probabilidad de seguir viajando en coche sólo traerá más muertes y paraplejías. Que hay que subir a un avión. La presión matará las ratas que se cuelen en el equipaje. Y volar alto. El riesgo de accidente es menor. Aunque mueran todos al estrellarse. O no. Eso lo decide la vida, no las estadísticas.

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