lunes, 15 de junio de 2009

Callada y sola

Caorama 236
10 junio 2009
José Luis Serrano



La soledad de Andalucía, como la de América Latina proviene de su silencio. ¿Cuántas veces sonó el nombre de Andalucía en el último debate sobre el estado de la nación? ¿Alguien ha oído en algún medio de la RTVA que la deuda histórica se saldará con un cambalache en especie? ¿Alguien sabe que el Parlamento –la mayoría absoluta del PSOE, con la ausencia notoria de Griñán– ha rechazado por enésima vez la celebración de elecciones propias en Andalucía? Sé por La Vanguardia que son siete los catalanes, pero ¿cuántos eurodiputados andaluces han sido elegidos? ¿Los ha contado alguien? Qué más da. Lo importante es España como era antes del 28F: dos nacionalidades que centran los discursos, también los de Rosa Díez; Barça y Athletic, los demás del tal Florentino; todos alineados, como dijo Rajoy, tras nuestro rey, nuestra bandera y nuestra nación; tdt y alienados por Intereconomía, Veo, Libertad Digital y otras cadenas afines del Madrid de Esperanza. Andalucía ausente, clandestina, la tercera España, la silenciosa, la solitaria.
Nunca escribimos nuestra propia historia y, lo que es peor, hemos permitido que nos la escriban con tinta nacional-católica. De ahí el sobresalto que Obama ha provocado entre pelayistas y jacobinos. En el discurso de El Cairo habló de Andalucía. Más importante que lo que dijo es lo que quería decir: que termina la era de la confrontación, que lo va a intentar por otro lado. Y más importante que lo que quería decir es cómo lo dijo: equivocándose. "El Islam –dijo— tiene una orgullosa tradición de tolerancia. Lo vemos en la historia de Andalucía y Córdoba durante la Inquisición".
Dolor de cabeza en los medios de comunicación centrales y centralizados. Al fin y al cabo el que se ha equivocado es el jefe. Pero no es tanto el error de sacar el mito de la tolerancia andalusí, al tiempo que la leyenda negra española. Es que no dijo España, dijo Andalucía. Es que no dijo Madrid 2012, dijo Córdoba.
Ríos de tinta, cientos de horas radiofónicas y miles de sms para corregir a mister president: que si los andalusíes no eran tan buenos, que si los inquisidores no eran tan malos. Obama habló y dijo lo que quería decir. En palabras de González Ferrín, un historiador como un relámpago entre tanta oscuridad, Obama dijo: “Al Ándalus, en tanto que evocación de futuro, remite a la situación en que la Cultura con mayúscula es única en tanto las religiones pueden ser muchas. El tiempo en que un buen poema podía valerte un ministerio, y no se preguntaba la religión que podía o no rebotar por las paredes de tu casa”.
El caso es que Obama habló mal y la España que nos espera, la de Rajoy, Chequia y Polonia respondió peor. Andalucía callada y sola.

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