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En la extraordinaria película del Drácula de Bela Lugosi y Tod Browningn, el joven abogado Rendfield percibe un inquietante vacío al entrar en el castillo, donde habita el conde rumano: en el jardín no hay pájaros. Esta ausencia es el prolegómeno fatal de lo que vendrá detrás del dintel de la puerta : el vampiro. Cuando llegué a La Habana este pasado verano para asistir a unas jornadas, tras treinta años de ausencia de Cuba, y en la primera conversación interesante que crucé , pregunté por algunos datos , la respuesta fue el silencio ( en Cuba no hay encuestas, ni estudios de opinión públicos, ni sociología, ni sociólogos). Este silencio era también el prolegómeno de lo que hay en el país: una ausencia gravísima de libertades y por tanto también de derechos y de igualdad.
Viene todo esto a cuento porque en este año se conmemora el cincuentenario de la revolución cubana y parte de la izquierda española y andaluza pretende celebrarlo. Hace cincuenta años que en Cuba gobierna el mismo partido y los mismos dirigentes con distinto nombres ( Fidel, Raúl) pero con un mismo apellido: Castro. Son cincuenta años sin estudios de opinión, sin encuestas, sin elecciones, sin libertad de creación o de pensamiento, de dictadura sin proletariado, de sindicato único y vertical , de prohibición del derecho de huelga. Pero son también cincuenta años sin huevos, sin trigo, sin garantías procesales, sin tribunales independientes, sin libertad sexual o sin igualdad étnica o de género ( en Cuba no existe la discriminación positiva).
Tras cincuenta años en Cuba, un poeta puede ser encarcelado por un soneto, un músico por una canción, un pacifista por la objeción de conciencia, un ecologista por una acción de protesta absolutamente pacífica, un homosexual por ser homosexual o un enfermo de SIDA por estar enfermo (en Cuba han existido los “sidatorios” que Le Pen propuso en Francia). Son cincuenta años de cadena perpetua, de pena de muerte, de presos políticos y de opinión, de censura informativa (el acceso a internet está totalmente controlado y dificultado). La arbitrariedad preside la formación de los gobiernos (de buenas a primera un ministro cae en desgracia y aparece dimitido en el Granma, pidiendo perdón por sus errores contrarrevolucionarios). Nadie está seguro de no ser delatado y espiado por su vecino y los servicios secretos están infiltrados hasta en el Tropicana.
Son también cincuenta años de un sistema económico ineficiente y productivista. El mundo rural cubano ha sido destruido por un modelo de desarrollo ecocida donde los haya. Una malévola combinación entre el estatalismo productivista de los soviéticos con el latifundismo de monocultivos de los ingenios coloniales, ha hecho un daño ecológico y social incalculable en el campo de la isla.. Si ha habido un modelo económico insostenible y anti-ecológico en América latina ese es el cubano de estos último cincuenta años. Y no crean que son errores del pasado, en la actualidad los dirigentes comunistas apuestan ante la crisis energética por las nucleares y ante la crisis del campo por los transgénicos (como hace China , tan admirada por Raúl Castro).
El propietario español de una importante cadena hotelera hizo la siguiente declaración, para justificar sus inversiones en la isla: “En Cuba no hay ninguna posibilidad de que gobierne la izquierda”. Pero por lo visto de esto la izquierda española y andaluza no se ha enterado todavía y han organizado (IU-CA) en Sevilla, y con una fuerte subvención municipal, un acto de homenaje a la revolución cubana. ¿Qué pretenden celebrar como modelo a seguir, la ausencia de libertades, la miseria, el productivismo atroz, la pena de muerte, la represión a los que son diferentes, la dictadura contra el proletariado, el poder vitalicio de una familia?¿Puede ser la izquierda del siglo XXI la que se mira y se reconoce en el modelo cubano? ¿Por qué un ayuntamiento democrático subvenciona la apología del totalitarismo que es esta celebración? Cuando la izquierda abandona la racionalidad y no respeta el principio de no contradicción y defiende aquí lo que niega allí, y niega aquí lo que defiende allí, pierde la batalla de la hegemonía ideológica y muestra y difunde un desconcertante vacio tan inquietante como el silencio de los pájaros del jardín del Drácula de Bela Lugosi .
Francisco Garrido
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