por Jose Luis Serrano
Un paralelo es el círculo imaginario formado por la intersección de la esfera terrestre con un plano perpendicular al eje de rotación. El Círculo polar ártico, el antártico, el Ecuador, el trópico de Cáncer y el de Capricornio —los cinco paralelos más importantes— determinan también las cinco zonas geográficas del Planeta: las dos glaciares, las dos templadas y la intertropical. A diferencia de los meridianos, los paralelos no son circunferencias máximas porque, salvo el ecuador, no contienen el centro de la Tierra. Por eso tal vez, los paralelos explican la Tierra mejor que los meridianos. A diferencia de estos, los paralelos no dan explicaciones máximas, sino relativas. No contienen el centro del mundo, sino sus interminables periferias. No prescriben un mundo centralizado en Greenwich, sino policéntrico y de longitud variable. No equiparan, sino que diferencian.
Andalucía también se explica mejor en sus paralelos que en sus meridianos. Sus ocho meridianos verticales, casi uno por provincia, son líneas confusas que no nos conducen a ninguna explicación. La misma idea de provincia es ajena a nuestra alma porque, como la humana, el alma nacional andaluza tiene comarcas, regiones y, sobre todo, ciudades, pero no provincias, la expresión administrativa de un alma napoleónica mal leída por los políticos decimonónicos de Madrid.
Los paralelos nos explican mejor. El 37, por ejemplo, nos llevaría desde Tartesos hasta el Algar, desde la desembocadura del Guadalquivir hasta los campos de Níjar, pasando por el corazón de Antequera. La Alhambra está en el paralelo 37 y diez minutos, la Mezquita también con cincuenta y dos minutos, y la Giralda también más veintitrés minutos, latitud norte. Este triángulo imaginario contiene las tres coordenadas geográficas del centro del mundo para los que habitamos esta parte de la Tierra y sabemos, sin embargo, que el mundo, como Andalucía, no tiene centro. El paralelo 36 pasa por la isla de las Palomas, frente a la ciudad de Tarifa y parte en dos el mundo del Estrecho, pero sin dejar claro que esta sea nuestra frontera del sur. Andalucía no es una patria estatal, sino una matria difusa que salta mares. Por el norte, los paralelos son aún más claros en lo difuso. Si hay Andalucía donde hay flamenco entonces los campesinos de Talayuela en el norte de Cáceres, por donde pasa el paralelo 40, son andaluces porque cantan los mismos villancicos que los flamencos del Sacromonte de Granada, y los valencianos hasta Castellón son andalusíes que hablan catalán, a voces, como nosotros, para que el Santo Oficio no piense que le estamos rezando a otro dios cuando murmuramos.
Los paralelos nos explican y nos des-explican. Una aparente contradicción, pero justo eso somos los andaluces: unidad compleja. Latitud norte sí, pero el Sur por excelencia. Una vieja nación, sí, pero que nunca ha tenido estado, ni ganas. Una actitud anarquizante, un espíritu altivo que, sin embargo, se doblega hoy ante partidos cuya sede y preocupación está en el barrio de Salamanca, en Getafe o en Rivas. Un pueblo de paz, pero con siglos de guerra. Una nación sensible, pero desorientada; contemporánea, pero antigua; ancestral, pero colonizada.
Un centenar de andaluzas y andaluces han decidido comenzar a trazar los paralelos ideológicos que nos definen y nos difuminan, que nos separan y nos unen. Para ello han abierto una revista digital que se llama “Paralelo 36" (http://www.paralelo36.org)/), como podía haberse llamado 37 o 38, porque lo importante no es el número, sino el paralelo que nos centra y nos descentra con relación a nuestro sur relativo y a nuestro norte relativo. Bienvenidos sean y buena travesía tengan por los complejos mares profundos de lo andaluz universal.
Jose Luis Serrano
Un paralelo es el círculo imaginario formado por la intersección de la esfera terrestre con un plano perpendicular al eje de rotación. El Círculo polar ártico, el antártico, el Ecuador, el trópico de Cáncer y el de Capricornio —los cinco paralelos más importantes— determinan también las cinco zonas geográficas del Planeta: las dos glaciares, las dos templadas y la intertropical. A diferencia de los meridianos, los paralelos no son circunferencias máximas porque, salvo el ecuador, no contienen el centro de la Tierra. Por eso tal vez, los paralelos explican la Tierra mejor que los meridianos. A diferencia de estos, los paralelos no dan explicaciones máximas, sino relativas. No contienen el centro del mundo, sino sus interminables periferias. No prescriben un mundo centralizado en Greenwich, sino policéntrico y de longitud variable. No equiparan, sino que diferencian.
Andalucía también se explica mejor en sus paralelos que en sus meridianos. Sus ocho meridianos verticales, casi uno por provincia, son líneas confusas que no nos conducen a ninguna explicación. La misma idea de provincia es ajena a nuestra alma porque, como la humana, el alma nacional andaluza tiene comarcas, regiones y, sobre todo, ciudades, pero no provincias, la expresión administrativa de un alma napoleónica mal leída por los políticos decimonónicos de Madrid.
Los paralelos nos explican mejor. El 37, por ejemplo, nos llevaría desde Tartesos hasta el Algar, desde la desembocadura del Guadalquivir hasta los campos de Níjar, pasando por el corazón de Antequera. La Alhambra está en el paralelo 37 y diez minutos, la Mezquita también con cincuenta y dos minutos, y la Giralda también más veintitrés minutos, latitud norte. Este triángulo imaginario contiene las tres coordenadas geográficas del centro del mundo para los que habitamos esta parte de la Tierra y sabemos, sin embargo, que el mundo, como Andalucía, no tiene centro. El paralelo 36 pasa por la isla de las Palomas, frente a la ciudad de Tarifa y parte en dos el mundo del Estrecho, pero sin dejar claro que esta sea nuestra frontera del sur. Andalucía no es una patria estatal, sino una matria difusa que salta mares. Por el norte, los paralelos son aún más claros en lo difuso. Si hay Andalucía donde hay flamenco entonces los campesinos de Talayuela en el norte de Cáceres, por donde pasa el paralelo 40, son andaluces porque cantan los mismos villancicos que los flamencos del Sacromonte de Granada, y los valencianos hasta Castellón son andalusíes que hablan catalán, a voces, como nosotros, para que el Santo Oficio no piense que le estamos rezando a otro dios cuando murmuramos.
Los paralelos nos explican y nos des-explican. Una aparente contradicción, pero justo eso somos los andaluces: unidad compleja. Latitud norte sí, pero el Sur por excelencia. Una vieja nación, sí, pero que nunca ha tenido estado, ni ganas. Una actitud anarquizante, un espíritu altivo que, sin embargo, se doblega hoy ante partidos cuya sede y preocupación está en el barrio de Salamanca, en Getafe o en Rivas. Un pueblo de paz, pero con siglos de guerra. Una nación sensible, pero desorientada; contemporánea, pero antigua; ancestral, pero colonizada.
Un centenar de andaluzas y andaluces han decidido comenzar a trazar los paralelos ideológicos que nos definen y nos difuminan, que nos separan y nos unen. Para ello han abierto una revista digital que se llama “Paralelo 36" (http://www.paralelo36.org)/), como podía haberse llamado 37 o 38, porque lo importante no es el número, sino el paralelo que nos centra y nos descentra con relación a nuestro sur relativo y a nuestro norte relativo. Bienvenidos sean y buena travesía tengan por los complejos mares profundos de lo andaluz universal.
Jose Luis Serrano
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