En el paralelo 36 se encuentra una tierra de contrastes, de gentes acostumbradas a tener que conquistar sus derechos con sudor y esfuerzo, una tierra que avanza pero que demasiadas veces se conforma y se detiene; una tierra de larga y ejemplar historia pero que a veces olvida que es ella misma quien debe labrar su futuro si quiere progresar con igualdad y justicia. Es nuestra tierra, Andalucía.
Y ahora, desde este Paralelo 36 un grupo de hombres y mujeres andaluces hacemos un llamamiento a la reflexión y ofrecemos un compromiso sincero para la acción, convencidos como estamos de que vivimos tiempos complicados y que quizá sean más difíciles aún en el futuro, porque mientras los poderosos de todo el mundo se protegen y cuentan cada vez con más privilegios, los desfavorecidos de todas clases se encuentran inseguros, frustrados y lamentablemente silenciosos y separados.
Y sobre todo, porque tenemos la convicción de que si los andaluces no le hacemos frente con mucho más protagonismo político y participación ciudadana a las crisis y a la deriva individualista y neoliberal de nuestra época, no habrá manera de salir nunca de la situación periférica y de dependencia en la que seguimos encontrándonos a pesar de disfrutar de autogobierno desde hace ya bastantes años, aquí, en el paralelo 36.
1. Un mundo lleno de lamentables paradojas
Vivimos tiempos de grandes cambios. De innegables avances y de un progreso extraordinario. Alrededor del 60% de todos los inventos de la historia de la humanidad se han hecho y aplicado en los últimos cuarenta años, pero en ese tiempo la desigualdad entre el mundo rico y el pobre han pasado de 30 a 1 a más 70 a 1 y, entre otras cosas, se ha provocado la desaparición de casi 800 especies animales y se calcula que, solo por efecto de la acción destructiva del ser humano en ese cortísimo periodo histórico, está en peligro de desaparecer el 40% de todas las reconocidas.
Nunca hubo tantos recursos a nuestra disposición ni mejores medios para poder disfrutarlos pero 900 millones de personas pasan hambre y 1.500 millones están severamente desnutridas. Tenemos a nuestro alcance las tecnologías más sofisticadas pero 2.600 millones de personas no disponen de saneamiento básico y 4.900 niños mueres cada día solo por beber agua en mal estado. Pero casi ningún medio de comunicación se hace eco de todo esto que, en palabras del ex relator de las Naciones Unidas para la Alimentación, Jean Ziegler, constituye un “crimen contra la humanidad”.
Vivimos una época gran progreso, es verdad, pero también de grandes desigualdades y de miserables mitos y falsedades formuladas para que las gentes no tomen conciencia de lo que realmente sucede.No es verdad, por ejemplo, que haya falta de recursos y que eso sea lo que provoca el hambre y el padecimiento de miles de millones de personas.
Según las Naciones Unidas, bastaría con disponer de más o menos un 5% de los ingresos de las 250 personas más ricas del mundo, o de lo que en unos 15 días se gasta en todo el mundo en armamento, para financiar los programas que permitirían que ningún ser humano sufriera las carencias básicas en materia de alimentación, salud, vivienda, educación, saneamiento o vivienda.
Nos dicen que vivimos en un mundo globalizado pero ocultan que, como señalaban también las Naciones Unidas en un informe reciente sobre el desarrollo humano, la realidad es que al finalizar el siglo XX, el 65% de la humanidad no había hecho nunca llamada telefónica y que solo un porcentaje ínfimo de la población pobre del mundo, la gran mayoría, ni está conectada a internet, ni disfruta de ninguna manera de los avances de los que se siente ufana y orgullosa la quinta parte privilegiada del planeta.
2. Más allá del triunfalismo: orgullo de Andalucía con espíritu crítico
Andalucía y los andaluces vivimos en medio de todas estas tristes paradojas y de hecho también las sufrimos en mayor o menor medida. Hemos dispuesto de más dinero y de gran autonomía en los últimos años. Pero apenas si se ha modificado nuestra posición relativa con el entorno.
La tasas de paro andaluza es el doble que la catalana y la de riesgo de pobreza es casi quince puntos más alta que la de Cataluña y ocho más que la de España. El número de familias con rentas menores de 9.000 euros al año es el doble que el de Cataluña. Según un informe de La Caixa de 2005, el 93,24% % de población andaluza vive en municipios con renta familiar disponible por habitante menor de 10.200 euros. En Cataluña, ese porcentaje era del 0% y en España del 37,49%. En las encuestas de calidad de vida, el 60% de los andaluces afirma que no han podido ir al dentista por falta de ingresos, quince puntos por encima del porcentaje catalán.
Mientras que en nuestra tierra se edita solo el 8% del total de libros editados en España, en Cataluña se edita el 28,16%; y el porcentaje de hogares con acceso a internet en Andalucía en 2006 (27%) es casi quince puntos más bajo que en Cataluña (41,8%).
Nuestros dirigentes políticos se sienten ufanos de que Andalucía registre tasas de crecimiento económico por encima de las nacionales e incluso europeas. Pero ocultan que esa tasa se mide mediante el Producto Interior Bruto, un indicador que no tiene en cuenta la calidad de la actividad económica que se genera, ni el endeudamiento en el que se basa, ni, lo que es peor, los perversos efectos que está generando en términos de desigualdad y de impacto sobre el medio ambiente.
Nuestra economía crece más pero mantenemos el diferencial en desempleo, en riesgo de pobreza y en calidad de vida. Aumenta el PIB pero eso no evita que alrededor del 60% de las familias andaluzas no pueden permitirse una semana de vacaciones al año o que casi una de cada tres esté en riesgo de pobreza, o en pobreza estricta si los indicadores tomaran como referencia la Unión Europea que es el contexto real de políticas y mercados en el que nos encontramos. Y crece el PIB pero es a costa de que Andalucía lidere el lamentable ranking español de destrucción del litoral, o de que docenas de municipios se lancen a permitir la construcción de miles de viviendas para la especulación y que, por tanto, quizá nunca lleguen a ser habitadas por nadie porque es materialmente imposible que su población se multiplique por cinco o diez veces, como se ha panificado en muchos de ellos.
Crece el PIB e incluso crecen las cifras de empleo pero se oculta que, según la Agencia Tributaria, el 61% de los asalariados andaluces ganaba en 2006 menos de 1200 euros y el 38% menos del salario mínimo. Y crece el PIB mientras que las mafias más peligrosas y corruptas de mundo se instalan en nuestra poblaciones, muchas veces, como ha señalado el Instituto Andaluz de Criminología, atraídas por el desorden urbanístico y por las condiciones tan favorables para el negocio fácil que nuestras autoridades se han esforzado por establecer.
Es evidente, pues, que los andaluces vivimos también en el croazón de esta gran paradoja de nuestro tiempo, la del progreso gigante junto a la miseria, la del avance asimétrico que lleva a unos seres o tierras mucho más adelante que a otros, la de la inercia y el conformismo en un mundo que, sin embargo, cambia vertiginosamente, casi día a día de manera inexorable.Son las paradojas complejas, tristes muchas veces y hasta criminales con las que convivimos en nuestra época. La mayoría de las veces ocultas y a menudo disimuladas para evitar que los seres humanos seamos conscientes de ellas, pero que, precisamente por ello, hemos de empeñarnos en comprender, difundir y combatir.
3. Descorrer el velo y afrontar los problemas
Nuestra civilización dispone de los medios de comunicación más sofisticados, eficaces y poderosos de toda la historia. Por sí solos permitirían la información más completa y extensiva y la participación popular más amplia en la toma de decisiones, pero la realidad no es esa. Los medios se conforman como instrumentos de adormecimiento al servicio de los grandes poderes, la información es banal, segmentada, muchas veces manipulada, parcial y descontextualizada. No se dedican a proporcionar las claves auténticas de los problemas sociales, ni siquiera los datos con que los ciudadanos podrían analizar y pronunciarse con fundamento sobre todo tipo de cuestiones sociales.
Y así, la democracia, donde existe, es cada vez menos deliberativa y, por lo tanto, menos auténtica. Las decisiones más importantes se adoptan en organismos en donde no hay participación ciudadana y el poder real se desentienden de las instancias representativas. Hoy día, el poder no reside auténticamente en los gobiernos ni en las instituciones democráticas sino preferentemente en los mercados, lo que es lo mismo que decir en las grandes empresas, en los bancos, en los grupos informales a los que no tenemos acceso los ciudadanos normales y corrientes.
Y los propios medios de comunicación están secuestrados a la participación social. Los privados porque son propiedad de las grandes empresas y de los bancos, y los públicos porque son serviles al comercio y a los intereses de los políticos que en cada momento gobiernan. Y así resulta que en la llamada sociedad de la información los ciudadanos están en realidad más incomunicados que nunca, aislados y ensordecidos por flujos de información comercializados, redundantes y banalizados que en lugar de aclarar y proporcionar conocimiento no hacen sino contribuir a lo que Jean Baudrillard calificó como el crimen perfecto de nuestra época: el asesinato de la verdad.
Las democracias, incluida por supuesto la nuestra, son cada vez más limitadas. No hay espacios sociales concebidos para la amplia deliberación social y, en consecuencia, las decisiones se toman con el concurso cada vez más limitado de los privilegiados.
Y, para colmo, los vehículos de representación tradicionales, los partidos y sindicatos, se han identificado plenamente con el sistema, están adheridos a él a causa de su dependencia o de su ceguera para percibir y hacer frente a los nuevos problemas sociales y son tan esclavos de sus miserias que ya no sirven ni para contribuir a desvelar la naturaleza real de nuestra sociedad ni, mucho menos, para encabezar proyectos de profunda y liberadora transformación social.
Todo ello es especialmente grave cuando los problemas sociales no solo se hacen más opacos, como consecuencia del espacio vergonzante en donde se resuelve el poder, sino también más difíciles de percibir y resolver porque son cada vez más complejos.Ya no hay problemas sociales que sean unos económicos, otros políticos, culturales, educativos..., es decir, de naturaleza singular e individualizada.
Hoy día, los problemas de nuestra sociedad tienen componentes entrelazados que han de ser contemplados en toda su integridad. No es posible afrontar, por ejemplo, los problemas de las actuales crisis financiera o de los alimentos sin cuestionar al mismo tiempo lo que está sucediendo en las esferas de poder, en las políticas medioambientales, en las pautas de consumo, en la conformación de los valores sociales, en los estilos de vida, en el desarrollo y aplicación de las tecnologías, en el desigual papel de los géneros...
Por todo ello es por lo que nos parece imprescindible abrir las puertas a un nuevo estilo de análisis, al pensamiento complejo que una los diferentes elementos de la realidad en lugar de separarlos, como viene haciendo el pensamiento tradicional que hoy todavía domina la manera convencional y dominante de pensar. Que integre lo que está desunido y que sistematice lo que está confuso.
4. La convergencia en paralelo, nuevas formas de pensar, nuevas formas de hacer política
Las mujeres y los hombres que nos hemos convocado bajo el nombre de PARALELO36Andalucia participamos de una misma y diversa asambleas e ideas, sentimientos e y sueños. Queremos debatir, compartir , pensar, imaginar criticar , inventar otras formas de organizar la vida en común. PARALELO36 es un proyecto cultural y un laboratorio de ideas y experiencias colectivas en nuestra tierra Andalucía.
PARALELO36 se articula entorno a dos ejes de intervención: una revistas electrónica trimestral y la organización y mantenimiento de espacios de reflexión y debate tales como foros , blog, seminarios , jornadas...
Nos organizamos en un consejo de redacción y edición de la revista y a una red de nudos de reflexión-.Nos une una cierta idea de Andalucía, diversa y libre, enmarcada en España y en Europa, abierta al mundo , dueña de su destino, solidaria con su historia y constructora de su identidad.
Nuestra Andalucía es un proyecto colectivo que nos previene de la unformización, depredadora y mercantil, y nos impulsa a hacia formas de modernización reflexiva y alternativa. Decía Manuel Machado que lo andaluz es siempre “algo que se mezcla con otro algo”, soñamos con una Andalucía que siga renovando, en un mundo globalizado, el arte político del mestizaje. Nos une en fin los referentes ideológicos de la ecología política, del igualitarismo social, de la alterglobalización, de los derechos humanos, del feminismo, de la democracia radical y del republicanismo.
Pero no se trata de almacenar todos estos discursos en el saco de la confusión posmoderna sino de hacer el esfuerzo permanente de la convergencia ideológica que pueda darnos una visión unitaria de lo que ocurre, de los acontecimientos, de lo real en fin.
Queremos volver a conectar el pensamiento y la acción social. Analizar nuestra realidad y hacerlo desde el compromiso con la verdad pero también con los intereses colectivos. En un momento en que la ciencia dominante oculta las ideas en aras de la descripción de la realidad y que las ideologías oculta la realidad en virtud de las ideas: queremos ayudar a reconstruir el `puente entre ideología y realidad.
Y todo esto queremos hacerlo en el PARALELO36, donde la “ ética de la alegría” que la cultura andaluza nos ha legado, es siempre fuente de compasión y de potencia, de prudencia y de coraje, de sensibilidad y de astucia.
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