El debate de investidura del cuarto presidente del Gobierno andaluz ha tenido lugar en una situación de crisis “inédita”, por utilizar el término del candidato para referirse a la misma. 850.000 parados son el resultado terrible de este desastre que exige que la clase política marque un horizonte de acción. Y para ello es condición necesaria su caracterización.
Desde Paralelo 36 hemos insistido ( www.Paralelo36.com ) en que se trata de una crisis global que tiene una causa fundamental: en el algoritmo del sistema no se ha introducido la variable del límite. El resultado es la irrealidad. La irrealidad, en su triple consecuencia de manipulación, idealismo o disfuncionalidad, ha invadido todas las partes del sistema social a través de la disolución de sus referentes históricos primordiales: el espacio y el tiempo social. Es el final de una época que comenzó cuando el capitalismo “sin rostro” tomó esa dirección tras la crisis del 68 a pesar de los avisos del club de Roma. Para ello, entre otras estrategias, desconectó el dinero de cualquier referencia, integro a China en el sistema productivo internacional, liberalizó los mercados y el trabajo, utilizó la rebelión antiautoritaria como motor de un nuevo consumismo y se tornó en un poder imperceptible. La revolución científica y tecnológica hizo el resto.
El resultado ha sido que el sistema no sólo es injusto sino que ha devenido en ineficaz. La globalización ha colonizado todo el planeta. Ya no hay espacios hacia donde conducir una nueva expansión. Sus límites internos y externos, negados y ocultados, se han conectado y el resultado ha sido que la catástrofe medioambiental se ha manifestado visiblemente como una crisis económica sistémica.
Este diagnóstico no es patrimonio de los “apocalípticos” como Latouche, Gorz o Naredo, sino que está presente de forma cada vez más intensa en la producción de los científicos sociales. Sin embargo no se traslada en absoluto a la clase política, que se comporta como una secta que comparte una fe inasequible al sistema a pesar de la evidencia de su crisis. Prefiere creer en los misterios antes que practicar deducciones racionales, por otro lado, bastante simples. Son esclarecedoras a este respecto algunas opiniones recientemente publicadas como la de Carlos Berzosa (catedrático de economía aplicada y rector de la complutense): “Esta crisis no se puede solucionar sólo con medidas de política económica, sino que es necesario plantearse otro modo de crecer y de consumir. No estamos solamente ante una crisis financiera sino ante algo mucho más profundo: un sistema económico mundial desigual y depredador de la naturaleza.” (El País 100209); Santiago Niño (catedrático de estructura económica del IQS y autor del “El crash del 2010. Toda la verdad sobre la crisis”): ”Hoy hemos alcanzado un momento en el que este modo de operar se ha agotado. Y no es que se haya agotado desde una perspectiva financiera, sino que se ha hecho en un nivel puramente físico: el grado de endeudamiento de las personas y de las empresas ya no puede crecer más...Pero a la vez, no es posible que se continúen despilfarrando recursos tal como se han estado despilfarrando hasta ahora. Y no es posible, no sólo desde el punto de vista de la ecología, sino por la mera eficiencia del propio sistema” (El País 130409). Incluso del teórico de la tercera vía de Tony Blair y reciente autor de “The politics of climate change, Anthony Giddens: “Ha llegado la hora de plantear una crítica sostenida y positiva del consumismo, que pueda tener peso político. Ahora es el momento de descubrir cómo garantizar que la recuperación no conlleve un retorno a una sociedad inundada por el dinero” (El País 030409)
La actual clase política en Andalucía forma parte de la misma secta masiva. Su fe en el sistema es más fuerte que la evidencia no sólo de su injusticia sino de su ineficiencia. Durante el debate de investidura todas las intervenciones tenían como diagnóstico básico que se trata de una crisis intensa causada por un sector financiero con problemas de regulación pero que no afecta por lo tanto al sistema como tal. La contradicción entre la opinión unánime de los actuales parlamentarios andaluces y la real naturaleza de la crisis está provocando en nuestra sociedad una situación de paranoia colectiva. Los valores del sistema son aceptados como un pensamiento único mientras la zonas más vulnerables de la sociedad andaluza comienzan a hundirse ante la impotencia de los que están atrapados en ellas.
¿Cuál es el enigma que explica el comportamiento de la clase política andaluza como una secta masiva? Creo que hay dos explicaciones. En primer lugar, el sistema tiene como prioridad que no se perciba como una crisis global sino como una crisis parcial, aunque ello impida abordar una salida: la conexión entre el poder social y económico que produce el capitalismo ha creado un síndrome de desarraigo en sus detentadores hasta el punto de preferir el suicidio colectivo a la limitación de su status; se trata del “ecocidio” en el término acuñado por Broswimmer.
Pero en segundo lugar tropezamos con un problema de resistencia al cambio de mentalidad. Hace poco tiempo leía una cita de Einstein: “ no puede resolverse un problema pensando de la misma forma que cuando fue creado.”. Y este es el problema del problema: a la función política democrática le corresponde liderar la dirección por la que tiene que transitar la sociedad y le está costando un tremendo esfuerzo cambiar de forma de pensar. Edwars de Bono decía hace unos días que la pregunta que uno debe hacerse es: ¿todavía no ha cambiado de paradigma?, y afirmaba que “si cambia nuestra percepción por medio del pensamiento, cambia por completo nuestra visión de la realidad. Y, como consecuencia, también cambia nuestra actitud.” .
Por eso creo que nuestra actitud debe consistir en construir una alternativa de transitoriedad y sobre todo de futuro. Tiene que ser posible otro sistema que aúne justicia y eficiencia. Hoy en la agenda política no debe tener sitio la rutina. Pasa por discutir la reforma de los sistemas sociales básicos: la relación campo – ciudad; la relación economía financiera y la economía real; el sistema energético como tal y no sólo sus fuentes; el sistema de enseñanza: el sistema laboral tanto público como privado; las relaciones entre producción y consumo; la formación de los precios e incluso la propiedad y control de los medios de producción, etc. en el contexto de una resituación de la sociedad en el sistema biofísico, de la persona con la naturaleza y con su entorno cultural, de una nueva perspectiva para valorar la felicidad, es decir, las motivaciones de la vida personal, porque la crisis ha venido a indicarnos que el tiempo para diseñar el cambio se está agotando. Este cambio que puede ser la gran oportunidad para fundir eficiencia y justicia global.
Es la hora del “nosotros” frente el egoísmo, es la hora del enraizamiento frente al individualismo, de la cultura como civilización frente al consumismo y la cosificación social, de la vuelta a la compresión de la realidad en el espacio y en el tiempo social, de la construcción de los sujetos colectivos para el nosotros en cooperación: la nación (el nosotros efectivo y asequible), la ciudadanía (el nosotros civilización) y la humanidad ( el nosotros de nosotros).
La nueva política tiene que ocuparse de cómo realizar las reformas estructurales y tiene que tener al Pueblo como protagonista frente a la vieja política del sistema que se basa en el márketing para producir consumidores – electores aislados. El “nosotros” es la fuerza fundamental de los no poderosos para incorporar la variable del límite a una ecuación distinta que tiene que dar como resultado la cooperación entre eficiencia y justicia en una nueva conciencia colectiva enraizada en el espacio y el tiempo social.
La gran novedad que tiene la crisis es la imperiosa necesidad de que el cuestionamiento radical al sistema no puede ser minoritario sino la opción democráticamente hegemónica ya que es imprescindible redefinir por consenso, como afirma Cattermole, un nuevo horizonte para la producción y el consumo.
Desde Paralelo 36 hemos insistido ( www.Paralelo36.com ) en que se trata de una crisis global que tiene una causa fundamental: en el algoritmo del sistema no se ha introducido la variable del límite. El resultado es la irrealidad. La irrealidad, en su triple consecuencia de manipulación, idealismo o disfuncionalidad, ha invadido todas las partes del sistema social a través de la disolución de sus referentes históricos primordiales: el espacio y el tiempo social. Es el final de una época que comenzó cuando el capitalismo “sin rostro” tomó esa dirección tras la crisis del 68 a pesar de los avisos del club de Roma. Para ello, entre otras estrategias, desconectó el dinero de cualquier referencia, integro a China en el sistema productivo internacional, liberalizó los mercados y el trabajo, utilizó la rebelión antiautoritaria como motor de un nuevo consumismo y se tornó en un poder imperceptible. La revolución científica y tecnológica hizo el resto.
El resultado ha sido que el sistema no sólo es injusto sino que ha devenido en ineficaz. La globalización ha colonizado todo el planeta. Ya no hay espacios hacia donde conducir una nueva expansión. Sus límites internos y externos, negados y ocultados, se han conectado y el resultado ha sido que la catástrofe medioambiental se ha manifestado visiblemente como una crisis económica sistémica.
Este diagnóstico no es patrimonio de los “apocalípticos” como Latouche, Gorz o Naredo, sino que está presente de forma cada vez más intensa en la producción de los científicos sociales. Sin embargo no se traslada en absoluto a la clase política, que se comporta como una secta que comparte una fe inasequible al sistema a pesar de la evidencia de su crisis. Prefiere creer en los misterios antes que practicar deducciones racionales, por otro lado, bastante simples. Son esclarecedoras a este respecto algunas opiniones recientemente publicadas como la de Carlos Berzosa (catedrático de economía aplicada y rector de la complutense): “Esta crisis no se puede solucionar sólo con medidas de política económica, sino que es necesario plantearse otro modo de crecer y de consumir. No estamos solamente ante una crisis financiera sino ante algo mucho más profundo: un sistema económico mundial desigual y depredador de la naturaleza.” (El País 100209); Santiago Niño (catedrático de estructura económica del IQS y autor del “El crash del 2010. Toda la verdad sobre la crisis”): ”Hoy hemos alcanzado un momento en el que este modo de operar se ha agotado. Y no es que se haya agotado desde una perspectiva financiera, sino que se ha hecho en un nivel puramente físico: el grado de endeudamiento de las personas y de las empresas ya no puede crecer más...Pero a la vez, no es posible que se continúen despilfarrando recursos tal como se han estado despilfarrando hasta ahora. Y no es posible, no sólo desde el punto de vista de la ecología, sino por la mera eficiencia del propio sistema” (El País 130409). Incluso del teórico de la tercera vía de Tony Blair y reciente autor de “The politics of climate change, Anthony Giddens: “Ha llegado la hora de plantear una crítica sostenida y positiva del consumismo, que pueda tener peso político. Ahora es el momento de descubrir cómo garantizar que la recuperación no conlleve un retorno a una sociedad inundada por el dinero” (El País 030409)
La actual clase política en Andalucía forma parte de la misma secta masiva. Su fe en el sistema es más fuerte que la evidencia no sólo de su injusticia sino de su ineficiencia. Durante el debate de investidura todas las intervenciones tenían como diagnóstico básico que se trata de una crisis intensa causada por un sector financiero con problemas de regulación pero que no afecta por lo tanto al sistema como tal. La contradicción entre la opinión unánime de los actuales parlamentarios andaluces y la real naturaleza de la crisis está provocando en nuestra sociedad una situación de paranoia colectiva. Los valores del sistema son aceptados como un pensamiento único mientras la zonas más vulnerables de la sociedad andaluza comienzan a hundirse ante la impotencia de los que están atrapados en ellas.
¿Cuál es el enigma que explica el comportamiento de la clase política andaluza como una secta masiva? Creo que hay dos explicaciones. En primer lugar, el sistema tiene como prioridad que no se perciba como una crisis global sino como una crisis parcial, aunque ello impida abordar una salida: la conexión entre el poder social y económico que produce el capitalismo ha creado un síndrome de desarraigo en sus detentadores hasta el punto de preferir el suicidio colectivo a la limitación de su status; se trata del “ecocidio” en el término acuñado por Broswimmer.
Pero en segundo lugar tropezamos con un problema de resistencia al cambio de mentalidad. Hace poco tiempo leía una cita de Einstein: “ no puede resolverse un problema pensando de la misma forma que cuando fue creado.”. Y este es el problema del problema: a la función política democrática le corresponde liderar la dirección por la que tiene que transitar la sociedad y le está costando un tremendo esfuerzo cambiar de forma de pensar. Edwars de Bono decía hace unos días que la pregunta que uno debe hacerse es: ¿todavía no ha cambiado de paradigma?, y afirmaba que “si cambia nuestra percepción por medio del pensamiento, cambia por completo nuestra visión de la realidad. Y, como consecuencia, también cambia nuestra actitud.” .
Por eso creo que nuestra actitud debe consistir en construir una alternativa de transitoriedad y sobre todo de futuro. Tiene que ser posible otro sistema que aúne justicia y eficiencia. Hoy en la agenda política no debe tener sitio la rutina. Pasa por discutir la reforma de los sistemas sociales básicos: la relación campo – ciudad; la relación economía financiera y la economía real; el sistema energético como tal y no sólo sus fuentes; el sistema de enseñanza: el sistema laboral tanto público como privado; las relaciones entre producción y consumo; la formación de los precios e incluso la propiedad y control de los medios de producción, etc. en el contexto de una resituación de la sociedad en el sistema biofísico, de la persona con la naturaleza y con su entorno cultural, de una nueva perspectiva para valorar la felicidad, es decir, las motivaciones de la vida personal, porque la crisis ha venido a indicarnos que el tiempo para diseñar el cambio se está agotando. Este cambio que puede ser la gran oportunidad para fundir eficiencia y justicia global.
Es la hora del “nosotros” frente el egoísmo, es la hora del enraizamiento frente al individualismo, de la cultura como civilización frente al consumismo y la cosificación social, de la vuelta a la compresión de la realidad en el espacio y en el tiempo social, de la construcción de los sujetos colectivos para el nosotros en cooperación: la nación (el nosotros efectivo y asequible), la ciudadanía (el nosotros civilización) y la humanidad ( el nosotros de nosotros).
La nueva política tiene que ocuparse de cómo realizar las reformas estructurales y tiene que tener al Pueblo como protagonista frente a la vieja política del sistema que se basa en el márketing para producir consumidores – electores aislados. El “nosotros” es la fuerza fundamental de los no poderosos para incorporar la variable del límite a una ecuación distinta que tiene que dar como resultado la cooperación entre eficiencia y justicia en una nueva conciencia colectiva enraizada en el espacio y el tiempo social.
La gran novedad que tiene la crisis es la imperiosa necesidad de que el cuestionamiento radical al sistema no puede ser minoritario sino la opción democráticamente hegemónica ya que es imprescindible redefinir por consenso, como afirma Cattermole, un nuevo horizonte para la producción y el consumo.
Rafa Rodríguez.
1 comentario:
si nos retrotraemos a las propuestas de los noventa de IU sobre economía,como fueron las 35 horas semanales y el reparto del empleo,deberíamos concluirdesde la actual visión que eran acertadas y de haber sido apoyada por los dos sindicatos mayoritarios hoy en día la clase trabajadora española estaría en otro escenario distinto,sin embargo todas las plusvalías generadas por la clase trbajadora han ido a la acumulación y a la burbuja inmobiliaria.
Se podria decir que en esta crisis, hay poca candidez, aunque tambien hay poca fortuna en las propuestas que hay para salir de ella.¿se atreverá el PSOE a congelar el sueldo alos funcionarios? Espero que no.¿Hacemos los estados mas grandes O más pequeños?¿Autarquias nacionalistas a estas alturas?
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