martes, 28 de abril de 2009

Un nuevo modelo de desarrollo para Andalucía



Ángel B. Gómez Puerto.



Cuatro millones de desempleada/os en el conjunto de España. Casi un millón de personas desempleadas en nuestra tierra, Andalucía, que ha alcanzado en los primeros meses de 2009 una tasa de desempleo del 24% sobre la población activa (EPA correspondiente al 1º trimestre). La situación empieza a ser insostenible socialmente, pues, cada vez más familias no tienen ni empleados entre sus miembros, ni prestaciones por desempleo o ayudas para subsistir. Esta situación tiene efectos mucho más severos en Andalucía, que sufre de manera virulenta los efectos de la crisis económica, producto de un modelo de crecimiento especulativo y basado de manera casi exclusiva en la construcción, “la economía del ladrillo”.

Es necesario repensar el modelo de crecimiento para Andalucía, es momento de optar por otros principios informadores del modelo de desarrollo económico de nuestra tierra. No se puede volver a situaciones que nos han llevado a este desastre económico y social. Demasiados responsables políticos y empresariales vuelven a plantear las obras, la construcción, como remedio para empezar a salir del túnel. Tendríamos que pensar a largo plazo, considerar que el nuevo esquema de desarrollo local tendría que pasar por consideraciones sociales, culturales y medioambientales, centrado en las necesidades reales de la población, y del tejido productivo pequeño y mediano, rechazando las presiones de las grandes constructoras o grupo inmobiliarios que quieren volver a un sistema fracasado económicamente, y desastroso social y medioambientalmente.

Fomentar nuevas actividades relacionadas con el cuidado de personas (mayores, niños, dependientes, personas con problemas de inclusión social), las nuevas y necesarias exigencias medioambientales (educación medioambiental, nuevas tecnologías no contaminantes, gestión adecuada en lo local de residuos o del agua), potenciación de la cultura local como elemento de desarrollo de la actividad turística (fomento de eventos culturales innovadores), impulso y profesionalización de las actividades deportivas, o todos los perfiles profesionales relacionadas con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Respecto a todas estas nuevas demandas sociales se han desarrollar acciones integrales de formación y educación, objetivo transversal fundamental para el cambio de modelo.

Desde el punto de vista de la organización administrativa, es clave el liderazgo y la iniciativa de las autoridades locales y de las entidades que participan de manera directa en el territorio. En este ámbito local, este nuevo modelo de desarrollo, hemos de forjarlo desde lo público, y con una óptica social y medioambiental. En esta clave, es esencial que a las administraciones locales le sean trasferidas más competencias directas en materia de promoción de empleo y de la actividad empresarial, y más recursos financieros para desarrollar estas nuevas responsabilidades. El problema del desempleo se sufre en lo local y es desde este ámbito desde el que tienen que empezar a proponerse soluciones. Las Comunidades Autónomas tendría que ceder a las administraciones locales (municipios y comarcas) los recursos en materia de empleo y desarrollo económico para una gestión más eficaz y cercana de este importante reto.

En todo caso, con carácter general, lo que no es admisible que es que se planteen desde la óptica neoliberal, modelo responsable de la situación actual de crisis económica y social, se nos intente dar recetas mágicas, como han hecho en los últimos días el Gobernador del Banco de España o el anterior Presidente del Gobierno. Debemos rechazarlas de plano, por falta de legitimidad, por responsabilidad de sus “soluciones” en la generación del problema.

Es hora de que las concepciones más avanzadas sobre la ampliación de contenidos del Estado Social se abran paso sin complejos, con posiciones políticas y administrativas de apoyo a los débiles, de ayuda a los que sufren las consecuencias más dramáticas del fracaso del modelo, los desempleada/os, y a los que no pueden pagar las deudas hipotecarias de su propia vivienda. Es la hora de lo público con mayúsculas, pero sin caer en el error de volver a la economía del ladrillo y la construcción. Seamos más imaginativos y pensemos en la gente común, en el pueblo, en los intereses generales, en el medio ambiente, en las personas, en la educación y en la extensión de la cultura como elementos de una nueva forma de entender el desarrollo económico de los territorios.

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