jueves, 9 de abril de 2009

EL ABORTO, EL LAZO BLANCO Y LA SEMANA SANTA ANDALUZA


Francisco Garrido Peña

La inmensa mayoría de las hermandades andaluzas ha dicho no a la realización de actos de protesta públicos, durante la presencia de la hermandad en la calle, contra la reforma de la ley del aborto. Nada pues de lazos blancos en las insignias; sólo unas oraciones por la vida en los templos. La propuesta rechazada provenía de las instancias clericales, aunque eso si por mano interfecta, al más puro estilo vaticano . El rechazo al uso de la semana santa como medio de propaganda del sector fundamentalista que gobierna hoy el catolicismo español; ha caído fatal en los sectores integristas que se han dedicado a insultar en los foros y blog no ya a las hermandades sino incuso a la mima idiosincrasia del pueblo andaluz: “siempre tan dado a la fiesta, siempre tan frívolo y superficial, contaminado por un virus izquierdista insuperable , etc”.
Pero ¿es tan sorprendente la decisión de las hermandades? Si se analiza la trayectoria de esta y la naturaleza de la gran fiesta popular de la semana santa, lo realmente sorprendente hubiese sido que hubiesen decidido otra cosa. En nuestra tierra hace mucho tiempo que hay una clara separación entre “la religiosidad popular” y las estructuras eclesiásticas y sus respectivas teologías políticas. Esta tradición que combina anticlericalismo radical y religiosidad autónoma y sincrética la podemos encontrar incluso en el periodo andalusí. Mira el relato, traducido por Emilio García Gómez, de un juez almohade sobre la heterodoxa observancia del Islam en Al-Andalus y más concretamente en Sevilla. Acusa el juez a los sevillanos de celebrar todas las fiestas con gran jolgorio tanto las islámicas, como las judías y cristianas . Afirma también que en estas fiestas es habitual el consumo abundante de vino y que su islamismo es en realidad bastante superficial. Algo parecido dijo Santa Teresa de Jesús después de fracasar en Sevilla su furor fundacional de nuevos conventos: “Parece que en esta tierra todo llama al pecado y que el diablo tuviera más manos para incitarnos a pecar” .
Recuerdo todavía mi enorme confusión cuando siendo muy pequeño, siete u ocho años, escuchaba hablar muy mal de la semana santa sevillana primero a las monjas y después a los curas y religiosos castellanos y vascos de mi colegio. Yo en aquel momento no entendía nada. ¿Cómo la iglesia atacaba la gran fiesta cristiana de la ciudad? ¿No sería que quizás la fiesta no era tan cristiana o al menos tan clerical? Parece que algunos, con muchos años más, siguen sin entender nada. Los valerosos representantes andaluces de la teología de la liberación y de las comunidades cristianas de base , como el recordado José María González, tampoco entendían nada y por eso atacaron sin piedad estos rituales paganos de gente inculta manipulada por los poderosos. Pero la iglesia progresista y la teología de la liberación incurren en algo que la religiosidad popular andaluza nunca ha hecho y es en construir una teología política, es decir, un fundamento sobrenatural de la organización y las decisiones sociales Está claro que la “religiosidad popular andaluza” no sirve ni para hacer la “revolución de los pobres” , ni para la “contrarrevolución de los ricos”. Por qué las cosas es que no sirve por que no es un medio para obtener un fin, sino que es, como todo verdadero ritual colectivo, un fin en si mismo. La religiosidad popular andaluza no pertenece al orden instrumental de la producción sino al orden inmanente del juego. Como en las formas primitivas de la religión hay una preeminencia del rito sobre la creencia de tal modo que la creencia no es sino una experiencia del ritual. ¿Tendria sentido preguntar a alguien si cree en el dolor? El dolor se experimenta o no , se evita o se busca pero no se cree. Este era el sentido original del hecho religioso (religar) ; establecer un vínculo indiscutible con lo real. ¿Y qué es lo real? DurKheim nos dirá que Dios no es más que una forma sublimada de lo social. ¿ Donde y como se establece esa experiencia de intimida con lo real ( social)”. En estas formas de religiosidad no hay esperanza sino alegría. No hay dudas sino conmoción. ¿No ven como esa experiencia ritual se da en la religiosidad popular andaluza?
En el año 2001 se publicó en Sevilla un estudio sociológico sobre la Semana Santa consistente en un cuestionario de 16 preguntas efectuado a 700 nazarenos de Sevilla y que se denominó “Informe Cíngulo”. El eje central de la encueta respondía a una pregunta: “Por qué salen nazaren@ en Sevilla”. Los datos son muy reveladores del carácter laico y popular del ritual. Un 5O% alega razones no religiosas (afición y tradición) , otro 50 % sí expresa motivaciones religiosas (penitencia y promesa). Un 80% se define creyente (un 20% no) y de entre los creyentes solo el 50% se reconoce como practicante (el 50% no).Un 23 % va a misa todos los domingos, un 40% ocasionalmente y un 37 % no va nunca .Solo un 20 % asiste a los cultos de la hermandad y un 80% muy poco o nunca. Hay que indicar que las encuestas fueron hechas en la iglesia o en las casas de hermandad en el momento de retirada de la “papeleta de sitio” (autorización para poder salir de nazareno) con lo cual el sesgo a favor de respuestas asertivas “católicamente correctas”, es muy fuerte. Si estas son las opiniones del núcleo más controlado por la iglesia (las hermandades) , ¿cual no será la opinión del pueblo que es el gran artífice de la semana santa?
Y estoy hablando de la “religiosidad popular", no de las hermandades que en muchos casos, no en todos ni siquiera en la mayoría, están controladas por energúmenos de extrema derecha. No hablo la de las multitudes que invaden las calles. Esas multitudes que han inventado todo un ritual sincrético a partir de darle la vuelta a lo que en su origen era un ritual macabro construido e instigado contra todo tipo de disidencia ( musulmana, judía , protestante) y heterodoxia. Ellas, el tiempo y la memoria son las que han construido este fenómeno singular de la semana santa andaluza tan distinto de los rituales internos de la beateria católica.
No es pues lo mismo religiosidad ( o sacralidad) y clericalismo. La religiosidad no tiene por que ser exclusivamente teológica o teísta. Hay religiosidad no teológica en el animismo ,en gran parte del budismo , en el panteísmo, en las experiencias místicas y gnósticas del judaísmo , de islam y del cristianismo .Y es en este sentido en que la semana santa andaluza es religiosa pero no es singularmente teológica y en nada clerical; es culturalmente católica pero no es dogmáticamente cristiana. En todo caso es un espacio simbólico y ritual de convergencia de motivaciones plurales cuya coincidencia esencial es el “rito y la regla” , como diría el poeta Montesinos. Y ese espacio ritual de convergencia es un espacio público que no puede ser apropiado por ninguna parte, ya sea política o clerical. Por eso las hermandades se ha negado al lazo blanco contra el aborto o a cualquier otro signo o gesto externo de expresión de intereses de parte (aunque esta parte sea el clero católico). De iglesia para adentro, en los cultos ordinarios, la hermandad es una asociación privada católica y puede implicarse en cuatros pronunciamientos quiera, pero en la calle y en semana santa no.
El mismo hecho de que el ritual gire sobre el supuesto culto a las imágenes (con una diversidad de nombres mareantes y politeísta) indica a las claras la naturaleza ritual de la práctica. Aquí nadie adora cosas, ni ídolos, las imágenes son como el tótem , la representación de aquello que es sagrado ( es decir que no es útil ni instrumental) y que forma parte de la esencia constituyente de la comunidad. La admiración por la belleza de las imágenes y de los rituales señala que lo esencial del ritual no reside en creer sino en participar. Pero a diferencia del totem primitivo aquí la fundación no se sustenta sobre un crimen primitivo del padre sino sobre la admiración hacia la belleza cálida de la madre.

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